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merricatinthemoon's Reviews (605)
De este libro me quedo con las autoras a las que me ha llevado: Enunice Odio, Lydie Dattas, Marguerite Duras,...
4.5✨ Agradecida de haber conocido a Mckenzie Wark <3
"Esta es una cultura que cree que las cosas son su propia propiedad privada, que no deben ser copiadas. Pero yo he oído a las aves lira, que cantan tan bien como cualquier pájaro, y pueden hacer las voces de más de uno. Imitan incluso cosas humanas (...) Hay un mundo invertido en el que las cosas se convierten en otras cosas, ni mejores ni peores: diferentes."
“Esto es más meme que memorias. No tanto ensayo personal como análisis impersonal. Su género: menos cuento de aventura que culo desventurado. No solo crítica literaria, sino también literalismo crítico. No es sobre llegar a la mayoría de edad, es sobre la edad de correrse. No es totalmente objetivo. A lo mejor estas no fueron las formas y las sensaciones exactas. Pero de todos modos puede que sea un libro que tiene /veracidad sexual/. Si algo se pone duro o húmedo, o se corre, o no se corre, al menos eso probablemente ocurrió. Y probablemente fue más sublime ridículo hermoso y feo de lo que aquí se describe."
"Díganle a la humanidad que soy feliz. Díganle a la humanidad que por al menos un minuto escapé de su esfera de expectativas"
"Esta es una cultura que cree que las cosas son su propia propiedad privada, que no deben ser copiadas. Pero yo he oído a las aves lira, que cantan tan bien como cualquier pájaro, y pueden hacer las voces de más de uno. Imitan incluso cosas humanas (...) Hay un mundo invertido en el que las cosas se convierten en otras cosas, ni mejores ni peores: diferentes."
“Esto es más meme que memorias. No tanto ensayo personal como análisis impersonal. Su género: menos cuento de aventura que culo desventurado. No solo crítica literaria, sino también literalismo crítico. No es sobre llegar a la mayoría de edad, es sobre la edad de correrse. No es totalmente objetivo. A lo mejor estas no fueron las formas y las sensaciones exactas. Pero de todos modos puede que sea un libro que tiene /veracidad sexual/. Si algo se pone duro o húmedo, o se corre, o no se corre, al menos eso probablemente ocurrió. Y probablemente fue más sublime ridículo hermoso y feo de lo que aquí se describe."
"Díganle a la humanidad que soy feliz. Díganle a la humanidad que por al menos un minuto escapé de su esfera de expectativas"
Una obra maestra, si me lo preguntas. La mejor historia de fantasmas sobre el fantasma más terrible de la historia norteamericana. Brillante, poderosa, bella y dolorosa.
“El día que Stamp Paid vio las dos espaldas a través de la ventana y bajó deprisa los peldaños, creyó que el lenguaje indescifrable que rodeaba la casa era el murmullo de los negros muertos y airados. Muy pocos habían muerto en la cama, como Baby Suggs, y ninguno que él hubiera conocido -ni siquiera Baby Suggs- había vivido una vida vivible. Incluida la gente de color muy educada: los que habían ido mucho tiempo a la escuela, los doctores, los maestros, los que escribían en los periódicos y los hombres de negocios adelante, cargaban con el peso de toda la raza. Se necesitan dos cabezas para eso. Los blancos creían que al margen de la educación y sus modales, debajo de toda piel oscura había una selva. Veloces aguas innavegables, babuinos oscilantes y chillones, serpientes dormidas, encías rojas a la espera de su dulce sangre blanca. Y en cierto sentido, pensaba Stamp Paid, tenían razón. Cuanto más se esforzaba la gente de color por convencerlos de los buenos que eran, de lo inteligentes y cariñosos, de lo humanos que eran, cuanto más se esforzaban los negros en persuadir a los blancos de algo que a sus ojos estaba fuera de toda duda, más profunda e intrincada crecía la selva en su interior. Pero no era la selva que los negros habían llevado consigo a este lugar desde otro (vivible). Era la selva que los blancos plantaban en ellos. Y crecía. Se extendía. En, a través y después de la vida, se extendía hasta invadir a los blancos que la habían plantado. Les tocaba uno a uno. Los cambiaba y alteraba. Los volvía sanguinarios, tontos, peores aún de lo que querían ser, tan asustados estaban de la selva que habían plantado. El babuino chillón vivía bajo su propia piel blanca, las encías rojas eran sus encías.
Entretanto, el extendido secreto de esta nueva clase de selva blanca permanecía oculto, silente, excepto de vez en cuando, si se oía su mascullar en sitios como el 124”
“El día que Stamp Paid vio las dos espaldas a través de la ventana y bajó deprisa los peldaños, creyó que el lenguaje indescifrable que rodeaba la casa era el murmullo de los negros muertos y airados. Muy pocos habían muerto en la cama, como Baby Suggs, y ninguno que él hubiera conocido -ni siquiera Baby Suggs- había vivido una vida vivible. Incluida la gente de color muy educada: los que habían ido mucho tiempo a la escuela, los doctores, los maestros, los que escribían en los periódicos y los hombres de negocios adelante, cargaban con el peso de toda la raza. Se necesitan dos cabezas para eso. Los blancos creían que al margen de la educación y sus modales, debajo de toda piel oscura había una selva. Veloces aguas innavegables, babuinos oscilantes y chillones, serpientes dormidas, encías rojas a la espera de su dulce sangre blanca. Y en cierto sentido, pensaba Stamp Paid, tenían razón. Cuanto más se esforzaba la gente de color por convencerlos de los buenos que eran, de lo inteligentes y cariñosos, de lo humanos que eran, cuanto más se esforzaban los negros en persuadir a los blancos de algo que a sus ojos estaba fuera de toda duda, más profunda e intrincada crecía la selva en su interior. Pero no era la selva que los negros habían llevado consigo a este lugar desde otro (vivible). Era la selva que los blancos plantaban en ellos. Y crecía. Se extendía. En, a través y después de la vida, se extendía hasta invadir a los blancos que la habían plantado. Les tocaba uno a uno. Los cambiaba y alteraba. Los volvía sanguinarios, tontos, peores aún de lo que querían ser, tan asustados estaban de la selva que habían plantado. El babuino chillón vivía bajo su propia piel blanca, las encías rojas eran sus encías.
Entretanto, el extendido secreto de esta nueva clase de selva blanca permanecía oculto, silente, excepto de vez en cuando, si se oía su mascullar en sitios como el 124”
Cuando Fatema era niña soñaba con aprender a contar historias como Sherezade. Quería aprender el arte de utilizar las palabras como arma para salvarse y salvar a todas las mujeres del cruel destino que les estaba reservado. Y lo consiguió.
En esta preciosa y sutil mezcla de memorias de la infancia, cuento y ensayo, la pequeña Fatema nos lleva de la mano a descubrir un mundo increíblemente rico e interesante: el Marruecos de los años 40. Y lo hace rescatando y reivindicando las diversas voces y experiencias de las mujeres de su alrededor: madres, abuelas, tías, primas que habitan un espacio común y complejo: el harén.
Me ha fascinado porque Mernissi escribe maravillosamente bien, pero también porque pocas cosas me gustan más que este tipo de historias: las de nuestras infancias rodeadas de mujeres. Quizá porque es un mundo que siento que he perdido al faltar mi abuela. Esas reuniones de mujeres en su cocina hablando de la vida donde tantas cosas estaban mal: mujeres cocinando mientras los hombres esperaban la cena; mujeres hablando del cuerpo de otras mujeres, obsesionadas por la belleza. Pero un microcosmos donde también había mucha generosidad y protección y cosas bellas y valiosas.
Me ha encantado conocer a su madre. Una joven asfixiada por la tradición que sueña con que la vida de sus hijas sea emocionante, libre y feliz “al ciento por ciento”
“Los tiempos van a cambiar para las mujeres, hija mía -me decía ella- Tú y tu hermana recibiréis una buena educación, caminaréis libremente por las calles y descubriréis el mundo. Quiero que seáis independientes, independientes y felices. Quiero que brilléis como lunas. Quiero que vuestra vida sea un torrente de deleites serenos. Felicidad al ciento por ciento. Nada más y nada menos.”
Me ha flipado asistir a las diferentes estrategias que estas mujeres desplegaban para sobrevivir a una vida de encierro. Las tardes de teatro en la terraza, donde escenificaban las vidas de sus heroínas favoritas: las feministas libanesas y egipcias, Sherezade y las princesas de las mil y una noches, entre otras. O las ceremonias nocturnas secretas y subversivas en las que bailaban con los ojos cerrados, dejándose llevar y abandonando por unas horas la represión de sus cuerpos.
“Era como si por una vez todas las mujeres se liberaran de todas las presiones externas. Muchas esbozaban leves sonrisas, entrecerraban los ojos y, a veces, parecía que estuvieran despertando de un sueño maravilloso. Al terminar la ceremonia, las mujeres caían al suelo completamente agotadas y se felicitaban, les echaban agua de rosas a la cara y les susurraban secretos al oído”
Y así podría estar horas, hablando de Tía Habiba y Yasmina y Tamou y, por supuesto, de la pequeña Fatema, intentado descifrar ese mundo de fronteras visibles e invisibles. De palabras polémicas y polisémicas, con infinitas capas como cebollas: harén, frontera, libertad, belleza, identidad...
Pero lo dejo aquí.
Leedlo!
En esta preciosa y sutil mezcla de memorias de la infancia, cuento y ensayo, la pequeña Fatema nos lleva de la mano a descubrir un mundo increíblemente rico e interesante: el Marruecos de los años 40. Y lo hace rescatando y reivindicando las diversas voces y experiencias de las mujeres de su alrededor: madres, abuelas, tías, primas que habitan un espacio común y complejo: el harén.
Me ha fascinado porque Mernissi escribe maravillosamente bien, pero también porque pocas cosas me gustan más que este tipo de historias: las de nuestras infancias rodeadas de mujeres. Quizá porque es un mundo que siento que he perdido al faltar mi abuela. Esas reuniones de mujeres en su cocina hablando de la vida donde tantas cosas estaban mal: mujeres cocinando mientras los hombres esperaban la cena; mujeres hablando del cuerpo de otras mujeres, obsesionadas por la belleza. Pero un microcosmos donde también había mucha generosidad y protección y cosas bellas y valiosas.
Me ha encantado conocer a su madre. Una joven asfixiada por la tradición que sueña con que la vida de sus hijas sea emocionante, libre y feliz “al ciento por ciento”
“Los tiempos van a cambiar para las mujeres, hija mía -me decía ella- Tú y tu hermana recibiréis una buena educación, caminaréis libremente por las calles y descubriréis el mundo. Quiero que seáis independientes, independientes y felices. Quiero que brilléis como lunas. Quiero que vuestra vida sea un torrente de deleites serenos. Felicidad al ciento por ciento. Nada más y nada menos.”
Me ha flipado asistir a las diferentes estrategias que estas mujeres desplegaban para sobrevivir a una vida de encierro. Las tardes de teatro en la terraza, donde escenificaban las vidas de sus heroínas favoritas: las feministas libanesas y egipcias, Sherezade y las princesas de las mil y una noches, entre otras. O las ceremonias nocturnas secretas y subversivas en las que bailaban con los ojos cerrados, dejándose llevar y abandonando por unas horas la represión de sus cuerpos.
“Era como si por una vez todas las mujeres se liberaran de todas las presiones externas. Muchas esbozaban leves sonrisas, entrecerraban los ojos y, a veces, parecía que estuvieran despertando de un sueño maravilloso. Al terminar la ceremonia, las mujeres caían al suelo completamente agotadas y se felicitaban, les echaban agua de rosas a la cara y les susurraban secretos al oído”
Y así podría estar horas, hablando de Tía Habiba y Yasmina y Tamou y, por supuesto, de la pequeña Fatema, intentado descifrar ese mundo de fronteras visibles e invisibles. De palabras polémicas y polisémicas, con infinitas capas como cebollas: harén, frontera, libertad, belleza, identidad...
Pero lo dejo aquí.
Leedlo!
No sé muy bien explicar por qué he conectado tantísimo con esta historia y con este personaje. Me he sumergido completamente desde el principio en la ambigua y compleja mente de Merricat, en su rutina, sus tocs y su pensamiento mágico. Lo que más me ha gustado es la sutileza con la que Shirley Jackson va construyendo este personaje y cómo, a pesar de estar viviendo la historia únicamente a través de ella, se van desvelando paulatinamente y a través de pequeños, gestos, situaciones o palabras, todas las aristas de su personalidad. Sublime.
Tenía miedo porque las expectativas con este libro eran altas, ya que tiene muy buenas críticas, pero realmente me ha gustado muchísimo más de que esperaba. He disfrutado tantísimo que se ha convertido ya en uno de mis libros favoritos, Merricat en uno de mis personajes predilectos y Charles está en mi lista negra de personajes masculinos más insoportables.
Tenía miedo porque las expectativas con este libro eran altas, ya que tiene muy buenas críticas, pero realmente me ha gustado muchísimo más de que esperaba. He disfrutado tantísimo que se ha convertido ya en uno de mis libros favoritos, Merricat en uno de mis personajes predilectos y Charles está en mi lista negra de personajes masculinos más insoportables.